La democracia en España costó mucho trabajo, años de esfuerzo, y en el camino quedaron muchas víctimas. Los andaluces jugaron un rol determinante en la construcción de la democracia española a partir de la muerte del dictador Franco y la redacción de la Constitución.
Dentro del proceso democrático, los andaluces lograron insertarse en la sociedad española con el respeto de su autonomía, sus símbolos y sus costumbres.
El autonomismo
España se dirigió, bajo el mandato del rey Juan Carlos I, hacia una democracia liberal europea. En este proceso de transición democrática, el autonomismo y regionalismo andaluz conquistaron su espacio, lo que determinó que Andalucía fuese reconocida como una nación histórica.
Esto tiene un origen histórico en la II República Española, con el autonomismo promovido por Blas Infante. Ya en la transición democrática, el partido más afianzado a sus raíces fue el Partido Socialista de Andalucía, luego reconvertido en Partido Andalucista.
Preautonomía y autonomía
Una vez aprobada la Constitución, en Andalucía se hizo el Referéndum sobre la iniciativa del proceso autonómico de Andalucía, que intentó acelerar el proceso de redacción de un estatuto por la vía rápida, pero al final terminó siendo una interpretación judicial polémica. Finalmente, el estatuto fue aprobado en 1981 y promulgado por el rey.
Eso implicó el fin de las ideas de concebir a Andalucía como dos comunidades autónomas distintas: Andalucía Oriental y Andalucía Occidental. La Oriental estaría conformada por Almería, Granada, Jaén y Málaga, mientras que la Occidental por Huelva, Sevilla, Cádiz y Córdoba. Todo eso, durante la transición democrática, se trató de exigir por parte de diferentes partidos.
Sin embargo, esto no se mantuvo. Al final, la influencia del PSOE, el partido hegemónico en Andalucía, sumado al del PSA, hicieron que Andalucía se constituyera como una comunidad autónoma unificada.
El electorado
Históricamente, Andalucía ha sido el principal feudo del Partido Socialista Obrero Español (PSOE). De hecho, fue solo en 2019 cuando el PSOE perdió el gobierno de Andalucía por primera vez, pese a haber ganado las elecciones y tras una alianza de tres partidos políticos de derecha.
Esto se ha adjudicado a que el electorado andaluz es bastante urbano y de clases obreras y campesinas, que es un electorado tradicional socialista. Además, el presidente del gobierno español, Felipe González, es originario de Sevilla, lo que hizo consolidar el liderazgo socialista en la comunidad.
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